14/01/2020
Fernando Jorajuria Zabalza
Decir que Finlandia es uno de los referentes mundiales en calidad educativa no es novedad. Decir que nuestro país no lo es, tampoco. Lo que sorprende, e incluso podría decirse que da vergüenza ajena, es ver cómo se aborda el estudio de la asignatura de Religión en uno u otro lugar. Según vemos en la prensa de estos días, y en la web del propio país, en Finlandia en 2016 se hizo un reforma educativa, y se replantearon qué hacer con el estudio de la Religión en la escuela. Pues bien, la respuesta no sólo fue mantenerla sino apostar claramente por favorecer e impulsar el estudio de la confesión religiosa elegida por las familias. Los argumentos son por ejemplo evitar radicalismo, ayudar al alumnado a encontrar sentido a su vida, que los inmigrantes se sientan más acogidos, conocer la cultura, los valores y las tradiciones, etc.
La clase de Religión confesional previene la radicalización |
Si miramos por nuestra tierra, vemos cómo este tema se aborda desde un importante sector de la clase política justo en la dirección contraria. Aquí parece que tienen una fijación, casi enfermiza, por sacar de la escuela o reducir a la mínima expresión a esta asignatura. Para ello poco les importa pasar por encima del marco jurídico, de los derechos de las familias, del profesorado, etc, y todo ello adornado de frases grandilocuentes pero huecas y con los mismos argumentos del siglo pasado repetidos una y otra vez como si fueran originales. Sin duda, aquí tenemos que hacer una buena reforma educativa, por eso no estaría mal pedir a nuestra clase política un poco de sentido común, que miren a Europa y que se preocupen más en potenciar una educación de calidad para nuestro alumnado que en excluir o reducir a la mínima expresión la aportación que hace una asignatura que, como en el caso de Finlandia, está y seguirá estando dignamente presente en su sistema educativo público.
Diario de Navarra
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