14 mayo, 2014
Cuando el ser humano o el grupo social persigue una finalidad que le beneficia, le compensa o le agrada, utiliza todos los medios a su alcance para que el resultado final sea exitoso. Los elementos que complementan o ayudan para tal fin son tenidos en cuenta e, incluso, se agradece su existencia.
La finalidad de la Iglesia es la evangelización, dar a conocer a Jesucristo a los demás en todo tiempo y en cualquier circunstancia, sin descanso y con alegría, empleando la palabra y, sobre todo, el testimonio de vida personal y comunitaria que emana de las entrañas del Evangelio.
La finalidad de la Iglesia es la evangelización, dar a conocer a Jesucristo a los demás en todo tiempo y en cualquier circunstancia, sin descanso y con alegría, empleando la palabra y, sobre todo, el testimonio de vida personal y comunitaria que emana de las entrañas del Evangelio.
Todas las comunidades cristianas tienen muy clara esta finalidad. Todos los cristianos luchan cada día por conseguirlo con una clara apuesta por la coherencia personal y el anuncio explícito.
Valga esta breve introducción para recordar la importancia de la enseñanza de la religión católica en las escuelas. Ha de ser una constante en la mentalidad de los católicos aprovechar todas las instancias, las plataformas, los ámbitos eclesiales y extraeclesiales para evangelizar. Naturalmente que tenemos claro la especificidad de cada lugar y de cada ocasión. No es lo mismo el papel de los padres cristianos en el reducto familiar que el impacto visual de las paredes exteriores de la Sagrada Familia de Barcelona. Sabemos qué hacer en el ámbito de la catequesis parroquial y cuál es nuestra función en el mundo escolar. Poseemos ya muchos estudios y documentos explicando las potencialidades de cada acción y los perfiles adecuados de los responsables de llevarlas a cabo.
Pido otra cosa, mucho más sencilla, en el comentario de esta semana. Solicitar de todos un clima favorable para la asignatura de religión en los centros escolares. Y también rogar a los padres, o en su caso a los mismos alumnos, que inscriban a sus hijos en esta parte del conocimiento humano, con unas características propias, que lo hacen apto para entrar sin dificultades en el mundo de la escuela.
La mencionada inscripción no es un privilegio que detenta la Iglesia y lo hace valer el obispo correspondiente. Es el derecho constitucional de los padres que desean que sus hijos reciban una educación acorde con sus propias convicciones. Y éstos lo deben hacer por propia coherencia personal y familiar. Más aún, los padres católicos tienen la obligación de utilizar todos los instrumentos a su alcance para evangelizar a sus hijos. No se deben conformar con la catequesis parroquial. El ámbito escolar proporciona una explicación razonable a su fe. Todo complementa y ayuda a un mejor conocimiento del mensaje del Señor. Que no pongan banales excusas ni falsos razonamientos para dejar de valorar esta enseñanza o no aprovecharla en beneficio de sus hijos. Es cierto que hay otros medios que también ayudan a la evangelización como las fiestas, las costumbres populares, la historia, el arte, los medios de comunicación social y los cristianos los han de utilizar en coherencia con su fe.
Termino con una referencia concreta a nuestra diócesis: desciende cada año el número de los inscritos en la enseñanza de la religión. Comprendo todas las dificultades habidas hasta ahora pero no quiero que esto sea una excusa para no recordarlo y para no insistir en utilizar esta magnifica oportunidad en beneficio de los niños y jóvenes de nuestra sociedad.
Ruego al Maestro que despierte en todos los responsables de la enseñanza el interés por hacer realidad este gran derecho.
† Salvador Giménez Valls
Obispo de Menorca
AGENCIA SIC
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